La tradición de Don Anzó

Posted by Sebastián Saez

Era una tarde soleada en la estancia de Don Anzó cuando llegó un periodista ansioso por cubrir la noticia que había llegado hasta sus oídos.

En aquel campo se podían ver varias cosas extrañas y todas pertenecían a Don Anzó, un gaucho chueco con barba abundante y siempre cubierto por su poncho. “Buenas tardes, Don. ¿Podría hacerle algunas preguntas sobre sus costumbres?” le dijo el periodista cuando llegó, y enseguida le contó sobre lo que estaba investigando. El gaucho con una sonrisa que dejaba ver ventanitas por falta de algunos dientes le dijo: “Cómo no. Acompáñeme nomás y le muestro mi campo.”

La recorrida de Don Anzó cubrió el gallinero donde las batarazas empollaban huevos del tamaño de una lata de gaseosa; el tambo donde estaban las vacas que daban café con leche todas las mañanas y el corral con ovejas que cantaban una y otra vez “cielito lindo”.

- Es increíble.- decía el periodista mirando las ovejas.

- Tiene razón, es increíble. No se dan cuenta que desafinan.- Contestaba Don Anzó con la frente arrugada.

Asombrado, el periodista escribía en su cuaderno todo lo que veía. “Esto es algo impresionante para mí” decía, a lo que Don Anzó le contestaba “yo estoy acostumbrao`”

Cuando volvieron a la estancia, el gaucho le pidió a su china que calentara la pava para unos mates. Se sentaron en una mesa que había en la puerta de la casa y mirando el horizonte escondiendo el sol, Don Anzó le dijo al periodista: “En este lugar, la tradición es tomar al menos un cimarrón mientras escucha una payada de mi guitarra. De esta forma, la luz mala ni se atreve a pasar por acá.”

Fue así como al ritmo de los acordes del gaucho y los sorbos de mate, el periodista pudo ser parte de la tradición de Don Anzó.

Sebastián Saez

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