El hombrecito de helado

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Hace mucho tiempo, en las tierras heladas de Nevada, existió un valiente hombrecito de helado llamado Granizado. Eran un leñador de chocolates en rama y su fiel compañero era su caballo Pistacho. Vivía en una humilde cabaña de chocolate que él mismo la había construido. Estaba enamorado perdidamente de la princesa Rocío de Nieve, pero nunca había tenido la oportunidad de decirle cuanto la quería. Era fanático de las novelas de caballeros y soñaba con algún día convertirse en uno. Siempre tenia el mismo sueño, en el que él rescataba a la princesa de algún peligro.

Un día, el dragón mago Magmarus, raptó a la bella princesa y la llevó a una cueva del volcán que estaba en las afueras de Nevada. El rey desesperado, pidió en todo el reino que alguien rescatara a su hija. Daría mucho dinero de recompensa, pero nadie quería ir porque era algo muy peligroso y todos tenían miedo. La noticia llego a oídos de Granizado y sin pensarlo tomó su espada de oblea y junto a su caballo Pistacho salió al rescate de la princesa.

Era una misión peligrosa, pero su amor por ella era muy grande. La recompensa no era lo que le interesaba, sino que la princesa estuviese a salvo. Veloz como el viento llegó a los volcanes donde la tenían cautiva. “Quédate aquí Pistacho. Yo volveré enseguida con la princesa. Este lugar es muy peligroso para que me acompañes.” dijo el hombrecito de helado mientras acariciaba el lomo de su caballo.

Entró a la cueva y en las profundidades vio al dragón mago con la princesa atada. Granizado corriendo con su espada de oblea en mano lo atacó.

- Suelta a la princesa, malvado.- dijo el hombrecito de helado con valentía.
- No podrás vencerme.- dijo Magmarus riendo.

En ese momento, el dragón mago lanzó una llamarada de fuego sobre el hombrecito de helado que justo logró esquivar. Granizado aprovechó el momento de distracción de Magmarus y le pinchó la cola con su espada. Este saltó y golpeó la cabeza contra el techo de la cueva. El temblor del golpe hizo que cayeran rocas enormes sobre el dragón tapándolo por completo. Granizado corrió a desatar a la princesa.

- ¡Gracias hombrecito de helado!, eres mi héroe.- dijo ella con lo ojos llorosos y una sonrisa en sus labios.
- Lo hice porque te amo, princesa.- dijo Granizado.
- Yo también te amo.- dijo Rocío de Nieve y se besaron.

La cueva comenzó a derrumbarse y la salida quedó bloqueada por enormes rocas. Los dos intentaron escapar, pero no pudieron. El calor de la lava comenzaba a aumentar y los dos se abrazaron fuerte y se dieron un beso largo. Como él estaba hecho de helado y ella de nieve se derritieron por el calor. Cuando todo se enfrió, formaron un cristal precioso en forma de corazón donde, se dice, que hasta el día de hoy se conserva, ahí dentro, el amor que surgió en los dos.

Sebastián Saez