Hipopótamo con alas

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Existió hace un tiempo, un caso único en la naturaleza. Todo comenzó cuando una pareja de hipopótamos que se querían tanto tuvieron un hijo. Hasta ahí no hay nada de excepcional, lo curioso fue que el pequeño tenía alas. A los padres eso no les importaba, lo amaban por sobre todas las cosas.


El tiempo pasó y sus alas fueron creciendo junto con él. Le resultaba difícil relacionarse, porque los otros hipopótamos no lo querían. Intentaba acercarse amistosamente, pero siempre le decían lo mismo: “Eres diferente a nosotros, por eso no queremos jugar contigo”, y eso lo ponía muy triste.


También intentó jugar con los flamencos, pero estos le dijeron: “Eres muy diferente a nosotros. Nos aplastarías al jugar, por eso no queremos ser tus amigos”. El hipopótamo con alas se sentía muy solo.


Llorando a la orilla del río se encontró con los juncos. “Ustedes son los únicos que me aceptan tal cual soy”, les decía; y estos respondían con un “sí” meneándose con el viento. Pasó largas horas conversando con ellos, pero la conversación se volvía monótona. Se daba cuenta que siempre decían lo mismo; y eso resultaba aburrido. O tal vez no le prestaban tanta atención.


Un día, una paloma blanca se posó cerca del hipopótamo para beber. Al mirarlo se sorprendió: “¡oh! ¡Tienes alas!”.

- Así es. Búrlate si quieres. Al fin y al cabo todos lo hacen- dijo el hipopótamo entre suspiros.

- ¿Por qué habría de burlarme? Me sorprendí porque he visto otros como tú a unos kilómetros de aquí; y me llamó la atención que estuvieras solo.

- ¿Es eso verdad?- preguntó con esperanzas.

- Claro que sí. Nunca mentiría. Vamos, te acompañaré hasta allí.

- Pero tardaré mucho en llegar, soy muy lento.

- Puedes ir volando. Tienes alas, ¿no es cierto?- incentivaba la paloma.

- Es que no se volar.

- No te preocupes. Yo te enseño. Volar es fácil, siempre y cuando lo desees con el corazón y uses tu imaginación.


La paloma le enseño a mover sus alas y en un abrir y cerrar de ojos el hipopótamo ya estaba rondado por el aire.


Juntos fueron hasta el lugar donde se encontró con otros hipopótamos con alas. El corazón se le alegro porque lo recibieron muy bien. “¿Ves? Nunca estás solo; siempre hay alguien como tú en algún lado para compartir lindos momentos” le dijo la paloma antes de irse.


Sebastián Saez

Dibujo: Paloma Roque.

1 comentarios:

  1. Sebastián Saez

    Gracias a Paloma Roque nuevamente por el dibujo y por la fuente de inspiración.